LOS RETOS DE LA MATERNIDAD
La etapa bebé la viví como una de las más felices de mi vida. Estaba realizando uno de mis grandes sueños, sin embargo, cuando mi hija tenía 3 años llegó su hermanito, y empecé a notar con más intensidad los retos de la maternidad:
- Estaba cansada: la falta de sueño empezó a pasarme factura, me sentía desbordada y exhausta.
- Me exigía demasiado: quería abarcarlo todo. Intentaba seguir la misma rutina que antes de ser mamá.
- Mi cuerpo había cambiado: debido a mis 2 embarazos empecé a sentirme menos atractiva y esto afectó a mi autoestima.
- Mi relación con mi marido se vio afectada: la dedicación a la crianza y mi menor autoestima afectaron a la conexión con mi pareja.
- Me sentía sola: la maternidad, aunque maravillosa, aísla. Actualmente se ha perdido el sentido y el apoyo de la tribu, de esas mujeres que antaño criaban a sus hijos juntas y se apoyaban en el día a día.
- Pérdida de equilibro personal: Mi rol de madre me absorbió por completo, no dando lugar a ver mis necesidades como mujer.
Mirando hacia atrás, ahora me doy cuenta de que quería hacerlo todo, y quería hacerlo todo bien. Ser la mejor mamá, la mejor pareja.
Mis estándares eran tan altos, que no los podía cumplir.
El resultado fue que mi carácter empezó a cambiar, estaba más irritable que nunca. Notaba que tenía algo dentro a punto de explotar en cualquier momento, bastaba a veces la más mínima tontería para descargar con actitudes desproporcionadas a la situación, con el sentimiento de culpa posterior.
Me entristecía no reconocer a esa Lucero alegre y feliz que disfrutaba al estar con sus hijos y su marido. Y me dolía ver que empezaba a repetir inconscientemente patrones aprendidos de mi infancia que no resonaban con mis valores actuales a la hora de educar.
Por eso también decidí formarme como Coach personal y Ejecutivo, porque vi la necesidad de acompañar a las mujeres y ayudarlas a que encuentren alineación y equilibrio en sus vidas.